La compasión nos sana

La compasión es el fundamento del budismo Mahayana. El sentido budista de la compasión implica sentirse uno con las necesidades de todos los seres, no se trata simplemente de sentir “pena” por otro, podríamos decir que incluso va más allá de la empatía… sería algo como:” no me siento  separado de ti sino unido a ti, siento que tu experiencia es la mía también”.

Esto apunta a la idea budista de la iluminación, de algún modo dejo mi yo, mi identidad fija y me siento parte del otro. Así, experimentando la unidad, vamos más allá de nosotros mismos y nos liberamos en una u otra medida de la frustración del “yo”

Pues bien, parece que se han realizado unos estudios científicos en la Universidad de Wisconsin que demuestran que los efectos de la compasión son muy beneficiosos: concluyeron que el amor o la compasión son los estados de vibración más alta a los que accede el cerebro humano. Asimismo las regiones cerebrales que registran dichas vibraciones coordinan gran parte de la relación cerebral con el cuerpo, afectando así a nuestros sistemas inmunológico, endocrino…En definitiva comprobaron que esas altas frecuencias afectaban a la totalidad de nuestro cuerpo de un modo muy beneficioso, y que, el cultivo de la compasión y su expresión activa, el amor y la generosidad, puede, entre otras cosas, ayudar a prevenir enfermedades como la depresión.

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Muchas terapias ponen el acento en uno mismo y, a veces, corren el riesgo de reforzar aún más el carácter individualista de nuestra sociedad occidental, que supone tantos sentimientos de desconexión, soledad y conflicto, tanto en nuestro interior como en la sociedad. Tendemos a subrayar nuestra conciencia del “yo”, sea de un modo positivo (“soy lo más”) o negativo (“soy lo peor”), lo que significa alejarnos así nuestra necesidad vital de conexión.

No es necesario que seamos meditadores para cultivar la compasión. Todo aquello que contribuya a un fin positivo, a aliviar el sufrimiento de otros seres, personas, animales, toda la naturaleza, ya sea de forma física o psicológica, hará de nosotros personas más conectadas con el mundo y la vida, viviendo la sensación de lo que nos une y no de lo que nos separa. Normalmente es la separación y la sensación de alienación lo que refuerza nuestras neurosis.

La compasión sana y nos conecta con una felicidad auténtica, la compasión se cultiva, y podemos aprender a hacerla crecer en nosotros cada día, contribuyendo a un bienestar y a un sentido de la felicidad verdadero que procede de sentirnos conectados con el resto de seres.

 

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