¿Cómo te relacionas con tu realidad, especialmente con aquella que resulta más difícil, dura o retadora? ¿La acoges o intentas distanciarte todo lo que puedes? ¿Entras en contacto con ella o todo lo contrario?
La opción de distanciarnos quizá nos resulte más familiar: nos juzgamos a nosotros mismos o juzgamos a los demás y luego atacamos, nos retiramos, o nos “adormecemos”. Estas son las variaciones clásicas de nuestro repertorio defensivo: luchar, huir o congelarnos. Elegir entrar en contacto con lo que nos hace sentir vulnerables quizá nos resulte extraño. Sin embargo, aun pareciendo mucho más arriesgado, resulta mucho más gratificante.
A priori se entiende fácilmente… ¿quién quiere sentirse peor?…Tratamos por tanto de evitar el dolor emocional y físico de forma instintiva. Además, como seres humanos corrientes, tratamos de probarnos a nosotros mismos que somos lo suficientemente buenos, alejándonos mucho de una posición humilde y obsesionándonos cada vez más con la idea de nosotros mismos. Entonces resulta muy doloroso admitir que nuestra vida no va bien, o que nuestra salud no es perfecta, o que tenemos dificultades en nuestras relaciones… Sin embargo cuando admitimos que somos vulnerables, corrientes y que, por tanto sufrimos, dejamos de escapar de nuestra infelicidad. La aceptamos y nos volvemos hacia ella. En ese punto, podemos integrarla, es decir, transformar la energía que surge de tales sucesos dolorosos en un propósito más sublime, algo así como “convertir la paja en oro”.
Esta idea es la que pone de manifiesto la enseñanza budista central a través de las cuatro verdades para personas nobles: El sufrimiento es inevitable en la vida (dukkha); de éste surge siempre una energía, una respuesta, que comúnmente suele tender al escape y a la fijación por el “yo”, lo cual, a su vez, acaba generando más sufrimiento aún (samudaya). Pero hay otra alternativa que no tiene nada que ver con obsesionarse con el propio dolor, ni con dejarlo campar como un caballo desbocado. Esta alternativa, que en las enseñanzas budistas correspondería con la tercera verdad para personas nobles (Nirodha), lleva nuestras vidas a propósitos más saludables , felices y enriquecedores que traspasan el “ensimismamiento” en el que nos estancamos, abriéndonos de forma más rica hacia el mundo. Así que cuanto más “autocentrados” estemos mayor será nuestro sufrimiento…Cuanto más capaces seamos de advertir nuestra egocentricidad y soltarla, menor será éste…
La vida nos invita a prestar atención a nuestra experiencia, a escucharla y aprender de ella…El dilema está en que, por un lado, la liberación comienza por entrar en contacto con la experiencia y, por otro lado, nuestra tendencia común consiste en escapar de ella ¿qué hacer entonces?
Para empezar, la buena noticia es que en nosotros ya existe “algo” que acepta cualquier cosa tal como es. Este “algo” no tiene nada que ver con la mente, no consiste en pensar, evaluar…Más bien se suele localizar en el área del corazón. Podría enmarcarse como una cualidad “heartful” (corazón pleno) y no “mindful” en su sentido occidental ordinario. Se corresponde con nuestra naturaleza más profunda.
¿Cómo podemos reconocerla?…
Quizá éste pequeño ejercicio pueda servirte de ayuda como primer paso para entrar en contacto con nuestra experiencia. No somos nuestro cuerpo, ni nuestros pensamientos, ni nuestras emociones, aunque nos identificamos normalmente con ellos, pasando por alto una conciencia en nuestro interior que siempre observa serena, sin juzgar.
Encuentra un lugar confortable para sentarte durante un rato donde puedas estar tranquilo. Comienza tomando conciencia de que o hay nada que tengas que hacer, pensar o resolver durante los próximos minutos. Está claro que vas a tener pensamientos, pero es bueno recordarle a tu mente que todo estará bien aunque tales pensamientos no sean productivos.
Quizá sea una buena idea leer estas instrucciones primero o grabarlas para escucharlas después relajadamente. Si lo haces así recuerda grabarlo dejando pausas entre los distintos pasos, donde veas puntos suspensivos.
Cierra los ojos si estás más cómodo o cómoda y haz unas cuantas respiraciones lentas y profundas. Siente el peso de tu cuerpo en la silla o donde sea que lo tengas apoyado descansando….
Deja que tu experiencia se desarrolle como sea. No tienes nada que cambiar o conseguir, no necesitas llegar a ningún lado dentro o fuera de ti. Es suficiente con darte cuenta simplemente de lo que estás experimentando…
Nota las sensaciones de tu cuerpo comenzando por los sonidos externos. Deja que tu escucha sea completamente receptiva. Céntrate en la sensación del sonido más que en nombrar lo que es. Deja que todos los sonidos sean como son, sea cual sea su cualidad….
Nota las sensaciones del tacto: primero lleva tu atención hacia tus manos y pies…Después a tu espalda, pelvis, piernas…Permítete sentirlas tal como son en este momento…
Ahora lleva tu atención al tronco, a la parte central de tu cuerpo, en primer lugar a tu pecho…. Y después a tu vientre…Déjalos ser como están siendo ahora….
Siente el espacio interior de tu cuerpo…. Y después el espacio alrededor de tu cuerpo, en todas direcciones….Deja que esta sensación de espacio sea como es….
Lleva tu atención a tus emociones, si es que adviertes alguna. Nota cómo se siente en tu cuerpo…Deja que sea como es en este momento….
Nota la presencia de tus pensamientos y obsérvalos como si fueran nubes que cruzan el cielo, no te enganches a ellos, simplemente advierte como vienen y van….Date cuenta si aparecen en forma de palabras, imágenes o recuerdos…si tienen que ver con el pasado o con el futuro…Deja que tus pensamientos sean como son en este momento….
Date cuenta que la única cosa que se ha mantenido constante y de forma consistente a lo largo de tu observación es esa presencia que ”se da cuenta”…Mientras los contenidos de tu conciencia – sensaciones, emociones y pensamientos – han estado cambiando la mayor parte del tiempo, el contexto de esa presencia consciente se ha mantenido igual. Date permiso para ser tal y como eres…. …. …. Permanece en este estado tanto como quieras.
Cuando estés listo o lista puedes devolver tu atención al lugar en el que te encuentras, siente tus manos, tus pies, abre lentamente tus ojos y estírate a placer…saborea ese sentido de conciencia que lo presencia todo sin juicio alguno por un ratito más antes de incorporarte de nuevo.
A medida que vamos familiarizándonos con esta conciencia silenciosa, donde todo surge y desaparece, podemos ir descubriendo sus cualidades de apertura y libertad. También posee una cualidad de intimidad profunda pues entra en contacto con todo a través de una amable aceptación. No se trata de un lugar neutro y frío sino de un lugar lleno de corazón, por eso su contacto libera y sana
Me ha gustado mucho este artículo, tanto la parte reflexiva como su lado práctico.
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