Escuchando las noticias no pude evitar pensar en el tema de la ira, el mundo está lleno de enfado por una cosa o por otra, y nosotros somos parte de ese mundo, ¿cómo hacemos con nuestra propia ira?… A la mayoría de nosotros no nos enseñaron maneras saludables de manejar nuestro enfado y nuestra rabia. Todos nos enfadamos, todos sentimos rabia, es una emoción primaria y necesaria para protegernos y vivir. Pero muchas veces , al no saber como hacer con un sentimeinto tan potente e intenso podemos causarnos daño o causárselo a otros o, dejar que se instale en nosotros de forma crónica y tóxica, lo que supone un sufrimiento seguro.

“¿Qué haces tú normalmente cuando te enfadas? ¿Cómo expresas tu enfado?¿Te “avalanzas “ sobre el otro o te “lo guardas” dentro?”
Como muchos otros sentimientos la ira tiene una información importante acerca de cómo nos estamos cuidando o desatendiendo. Cuando atacamos a otro con nuestra rabia muchas veces se trata de nuestro niño interior enfadado con nosotros mismos por estar descuidándole o tratándolo mal, entonces proyecta todo eso contra alguien más. Cuando tomas conciencia de esta proyección puedes hacerte responsable de ella y esto te moviliza hacia un mayor bienestar y madurez .
Dos tipos de rabia
Hay dos tipos de rabia, la justa indignación y el enfado que culpa a otro. La primera normalmente procede de nuestro adulto responsable que busca responder a alguna injusticia . Esta energía es importante para movilizarnos hacia una toma de acción necesaria, procede de un lugar de poder en nuestro interior.
Por el contrario la rabia que culpa procede de nuestra herida interior y se manifiesta en un intento de control, muchas veces tratando de evitar un doloroso sentimiento de indefensión. Es un tipo de reacción al miedo, a nuestro miedo de ser heridos, abandonados, rechazados, controlados…Algo o alguien activa nuestros miedos y buscamos protegernos enfadándonos con quien sea que los esté activando.
Realmente no podemos controlar a nadie, ni lo que hace, ni lo que pueda sentir por nosotros. Si no aceptamos esto seguiremos intentando controlarlos por medio de la rabia. Esta rabia que culpa al otro normalmente pone un ciclo negativo en marcha que termina con sufrimiento para todos.
Podemos justificarnos de muchas maneras “Tengo derecho a enfadarme con quien no me respeta o me hiere”…No se trata de cuestionar el derecho a sentir la emoción que sea, eso es innegable y humano, sino tener en cuenta el problema que supone cuando nos domina, pues la rabia en sí misma es hiriente y no guarda respeto, es tratar de apagar el fuego con más fuego…¡Todo puede arder en llamas!.

Hacernos cargo de nosotros mismos
Más bien podemos reflexionar, ¿ este enfado me sirve bien a mi , al otro, y a la situación?, ¿es la mejor manera de cuidar de mi?….Podemos pensar “claro que sí, cuando exploto y expreso mi rabia me quedo mucho más agusto” Seguro que sí, pero seguramente como algo pasajero, como cuando fumas un cigarrillo, como cualquier adicción que alivia en el momento, pero ¿ese comportamiento refuerza tu autoestima, sensación de valía, o de estar seguro y a salvo?…Normalmente los sentimientos de este tipo de enfado crónico incrementan los sentimientos de vergüenza e inseguridad,que nos impiden vernos dignos de amor.
Es habitual que cuando nos enfadamos con otros les hagamos responsables de lo que sentimos, nos convertimos en niños heridos reaccionando. Recuperar nuestro poder como adultos amorosos responsables de nuestro propio cuidado y bienestar implica observar todos estos procesos en nosotros con atención y , sobre todo, con la intención de aprender acerca de lo que estamos sintiendo, escuchando capas más profundas en nuestro interior que nos hablen de algo que tenga que ver con nosotros mismos y nuestras propias necesidades desatendidas. Significa responsabilizarse de atender y escuchar realmente lo que necesitamos para responder a ello de manera adecuada y amable, abandonando cualquier intento de control sobre otras personas y recuperando nuestra autoestima .