
La ansiedad es un mal común y muy cotidiano. Parece un círculo vicioso que cuesta mucho superar. Pero, ¿se esconde algo más alla de la ansiedad y la vida acelerada? ¿qué nos está queriendo decir ese síntoma?
Es frecuente oir esta expresión de “voy como pollo sin cabeza”. De alguna manera describe muy bien la imagen de ir corriendo por la vida desconectado de uno mismo, con sensación de falta de tiempo y espacio, sin ningún tipo de armonía o equilibrio interno.
Estar en continuo estado de alerta nos debilita física y psicológicamente, perdemos nuestra vitalidad.
Es increíble como en una era tan avanzada a nivel tecnológico cada vez trabajamos más tiempo, evitamos en general momentos de “no hacer” y somos más esclavos de nosotros mismos. Sentimos que necesitamos superar esa ansiedad cotidiana que va minando nuestra calidad de vida.
La ansiedad, igual que ocurre con la rabia, es una emoción a la que nos cuesta acercarnos. Sentimos la urgencia de correr y seguir adelante con todo eso qjue demanda nuestra atención. Se hace difícil dar el primer paso, esto es, hacer una pausa.
Hacer una pausa , para volver nuestra atención hacia adentro, puede parecer que momentáneamente incluso aumenta nuesta sensación de ansiedad…Es importante reconocer esto: ¡Qué difícil resulta detenerse y observar esta sensación corporal que viene con la ansiedad por un momento!
Sin embargo esta experiencia puede traernos una importante transformación en la manera de sentir la experiencia. En un instante, gracias a esta pausa puedes sentir tu cuerpo ahí sentado o en la postura en que esté, sostenido por la silla, por el suelo, ….Quizá al hacer esto una profunda respiración venga con esta mirada interior y traiga consigo un sutil alivio.
Al observar eso que se siente ansioso en tu cuerpo de pronto la experiencia puede cambiar radicalmente.
Ya no es “Me siento ansios@” como si todo tú fueras esa ansiedad, sino que puedes percibir ese “algo ansioso” en tu interior y al mismo tiempo tú , ahí observándolo como más grande que la propia sensación. En una palabra, dejas de identificarte con la ansiedad sentida.
Simplemente nota cómo y dónde se siente especialmente en tu cuerpo y mira a ver si puedes colocar una mano amable ahí donde se siente ese algo ansioso. Es como si simplemente te sentaras al lado de un buen amigo y quisieras hacerle saber que le estás escuchando, sin juicio, sin querer que desaparezca…
Eso que se siente ansioso ahí seguro que tiene una buena razón para hacerse presente. Y , quizá por primera vez, estás prestándole tu atención de un modo diferente. De pronto has abandonado la idea de “superar la ansiedad” y te permites acompañarla desde un lugar diferente en ti.

Quizá puedas sentirla con toda su agudeza, pero quizá también sea posible localizarla más precisamente en ti cuerpo, ya sea en la garganta, pecho…donde sea que la sientas más.
Es entonces cuando se presenta una oportunidad nueva y diferente. Ya no se trata tanto de hacer esto , terminar aquello, una agenda llena, ni siquiera se trata de superar o controlar la ansiedad…
Ahora puede ocurrir que algo más profundo que está detrás de todo eso en la superficie, pueda desvelarse…quizá descubras que hay un miedo detrás, o algun tipo de añoranza o necesidad en la que no habías reparado…
Quizá tengas la oportunidad de reconocer las verdaderas prioridades en este momento…quién sabe, las respuestas que pueden surgir de tu sensación corporal son completamente tuyas y las sentiras de manera inconfundible.
No siempre es fácil llegar a un nivel más profundo, detrás de la emoción,a algo que esta más allá de las palabras o lo que se presenta en la superficie . Es normal y frecuente que necesitemos de alguien que nos acompañe en este viaje.
Pero aún así, date la oportunidad de hacer una pausa , observar y estar con ello de un modo más compasivo. Eso puede transformar toda tu experiencia.