La urgente necesidad de ir “más allá de uno mismo”
Somos en primer y último lugar interacción. No se trata de que la interacción y nuestro ser relacional sea importante, el asunto va mucho más allá de eso. Sólo existimos como interacción. Lo que obstaculice esa interacción nos separa del amor.

Hay tres tipos de interacción que se dan de manera habitual en los seres humanos.
- La interacción con el entorno ( a través de los sentidos, de la respiración , de los organos sexuales)
- La interacción con otros seres vivos (personas, animales, la naturaleza…)
- La interacción con nosotros mismos (con nuestro cuerpo, emociones, pensamientos)
Cuando negamos esto, o nuestro ego niega esto y nos identificamos totalmente con el personaje que creemos ser creamos un fuerte sentimiento del “yo” separado del resto del mundo. Eso es lo que te separa del amor
Por un lado estoy “yo”, y por otro todo lo demás. Así, me relaciono con el mundo de manera que nutra y apoye mi sentido de identidad. Me acerco a las cosas que me gustan, que considero mías, o que son como “yo”.
Por otro lado me alejo y rechazo las cosas que no son mías, o no son como yo, o me disgustan. Esto crea una mentalidad individual y alienada en nosotros que es la responsable de nuestro sufrimiento humano.
Las interacciones cambian constantemente, y así nosotros , nuestras historias cambian con cada interacción que establecemos. Nada es estático. Además cualquier suceso, evento, persona, historia o paisaje puede verse de forma diferente desde diferentes perspectivas. Este hecho nos demuestra que no podemos tener nunca certeza real sobre nada, no sabemos nada realmente.
Por eso tratar de hacer de nosotros algo fijo y sólido, con una personalidad tal o cual, con tal historia, ideas, grupos, que me definen etc…es ir contra la realidad. De este modo aseguramos un engaño que es muy probable que nos lleve a sufrir mucho más de lo necesario.
Cuando experimentamos y vivimos esa conexión con otros seres vivos sentimos amor, el amor es nuestro principio y nuestro propósito, de ahí que , estar en contacto con él , resulta vital. Así, nos sentimos vitales, alegres y llenamos de sentido nuestra cotidianeidad. Nos resulta más fácil reconocer cómo estamos siendo sostenidos por la Vida y de forma natural somoas más resilientes y ecuánimes.
En cualquier circunstancia, con cualquier ser vivo, incluyéndonos a nosotros mismos, podemos percibir una armonía profundamente interrelacionada, una unidad interdependiente… Eso lo reconocemos de inmediato , no pensamos en ello, hay un reconocimiento visceral e instintivo inmediato porque el amor es lo que somos.
La posibilidad de vivir en esa unidad armónica siempre esta ahí disponible. Sin embargo, en la mayoría de los casos nos encontramos confundidos y engañados por el filtro oscuro de nuestros pensamientos que forman nuestro yo egoico. Simplemente lo perdemos de vista, igual que al Sol cuando se hace de noche, no es que desaparezca.

Cualquier práctica o proceso de crecimiento que no se oriente hacia la interconexión con algo más allá de uno mismo, se verá abocado a generar más sufrimiento. Toda practica que busque fortalecer ese sentimiento de identidad, en lugar de aligerarlo y buscar ampliar nuestra mirada de la realidad, nos mantendrá´en una ilusión que, alejada de la realidad, nos separa del amor.