Que meditemos con corazón

Todos sabemos meditar. Tenemos amplísima experiencia en focalizar nuestra mente en algún objeto y fijarlo ahí. Si te enamoras es posible que no salga de tu mente el pensamiento recurrente de tu amado , si preparas un examen , es posible que mentalmente te centres en los contenidos de aquello de lo que te vas a examinar…Si alguien planea cometer un delito es muy probable que medite con minuciosidad lo que va a hacer y su mente preste atención y se focalice en aquello ….Por otro lado, si te esfuerzas en no focalizarte y despejar la mente, esta saltará de un pensamiento a otro sin orden ni concierto, pues ésta es, al fin y al cabo, su naturaleza…Si la dejas vagar sin esfuerzo seguro que acabas soñando despierto….

Normalmente nos centramos sin esfuerzo en aquello ponemos mente y corazón, es decir, claridad y conexión. La mente parlanchina no nos impide disfrutar de un libro apasionante, escuchar lo que nos cuenta nuestro hijo, crear algo, ya sea un plato de cocina, una danza, un poema, un nuevo proyecto…Estamos en aquello por completo,  es decir, con mente y corazón….Ahora, seguro que si te pones a hacer algo solo con la mente, como estudiar algo que te aburre, tu mente no parará de interferir yendo de un pensamiento a otro…Por otro lado, si solo pones corazón, quizá la experiencia te absorba de tal forma que te arrastre con ella y no seas capaz de ver con claridad la oportunidad que ofrece.

En definitiva cuando meditamos nos focalizamos en algo, la cuestión fundamental es en qué, cual es el objeto de nuestra atención, dónde aterriza nuestra mente y nuestro corazón, pensamientos y emociones, allí donde estamos “con toda el alma”. Si es un objeto noble y bueno este guiará nuestros actos y experiencia hacia una vida noble y buena porque estaremos bajo la influencia de tal objeto. Creo que esto es importante: encontrar un objeto de meditación noble para que  oriente de forma saludable nuestro camino.

Lo más importante es que ese camino sea un “camino con corazón”, como nos dice Carlos Castaneda en “Las enseñanzas de Don Juan”, porque realmente, el camino como tal, no te lleva a ningún lado …Bueno quizá no nos lleve a ningún lado pero implica un movimiento…Pienso que se trata simplemente de caminar desde el egoísmo hacia el amor desinteresado, de una mente reactiva a un corazón sensible, de un “aquí y ahora” a la eternidad, de la agitación a la paz y, sobre todo, del  ”yo” al “Otro”…

Que nuestra meditación o nuestra práctica, del tipo que sea, sirva para ablandar y abrir el corazón para que sea él quien gobierne y guíe nuestra atención…Que sirva para que lo entreguemos más allá de nosotros mismos. Entonces, sin importar dónde hayamos llegado, desaparecerá la palabra “fracaso” porque todo habrá merecido la pena.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *